El conocimiento y el uso
Es indudable, al tratar con los hispanohablantes, que el estudiante de lengua extranjera debería saber cuándo es ofendido y cuándo no. Para ello es imprescindible conocer qué insultos y maldiciones existen y en qué situaciones se usan o cómo hay que interpretar los votos, vulgarismos y eufemismos.
Otra cuestión diferente es utilizarlos de forma activa. El estudiante de una lengua extranjera ha de tener en cuenta estos puntos:
- Los insultos, las maldiciones, los votos… no sirven para ser más simpático.
- El conocimiento de los insultos, de las maldiciones… y de su uso no implica que se conozca bien una lengua, ni tan siguiera la lengua más popular. La lengua popular española es muy rica y tiene matices que vale la pena explorar.
Su uso no es recomendable, sobre todo para un extranjero inexperto, porque hay que dominar el tono y el ritmo al decirlos. En caso contrario son ridículos. Con todo, el estudiante ha de ser consciente del valor de estas expresiones y saber cuándo es ofendido. Es ridículo condenar a los estudiantes a ir por el mundo con una sonrisa bobalicona, diciendo a todo que sí.
La actitud del profesor
El profesor suele reconocer la necesidad de tratar estas cuestiones, pero rara vez lo hace. A la pregunta del profesor: ¿Os interesa el tema?, los alumnos suelen contestar que sí. Pues, creo que tengo una fotocopia en la otra carpeta (o en cualquier otro lugar remoto), la buscaré y haremos una clase solo de insultos.
Cuando yo estudiaba lenguas extranjeras escuché esta excusa en diversas ocasiones: dos en inglés, una en ruso y otra en francés. Solo dos veces he recibido clase de insultos y creo que ambas merecen contarse: en una ocasión, mi profesora de quinto de francés (por otro lado una mujer excepcional) en la EOI de Barcelona hizo de tripas corazón y expuso los insultos más comunes en esta lengua con el rostro más ruborizado que vi jamás, y, en mi segunda clase de insultos, cuando la profesora de inglés casi había acabado de llenar la pizarra de insultos y palabras malsonantes, entró en clase una colega suya que venía a pedir algo, pues bien, la reacción de mi profesora fue correr hacia la intrusa para taparle la visión de la pizarra. En ruso, jamás tuve ni una clase de insultos o palabras malsonantes, es más, cuando un alumno preguntaba o mencionaba uno, las profesoras (todas de formación soviética) solían hacer grandes aspavientos, se negaban a aclarar el significado, el uso o incluso a repetir el término en voz alta.
El profesor no siempre está cómodo exponiendo la diferencia entre Cago en la y Vete a la porra, pero el alumno es curioso y cuando conoce a hablantes habituales de una lengua se interesa por el tema; estos improvisan una lección con mayor o menor sensibilidad lingüística, pero con poca reflexión y análisis. Sin embargo, el tema merece un tratamiento serio y aquí nos hemos propuesto dárselo mediante un texto impreso.
¿Qué es ofender?
Para ofender a alguien hay que decir o hacer algo que demuestre falta de respeto. A veces existe una clara intención de ofender: se quiere herir a alguien por maldad, para pagar a otro con la misma moneda… Sin embargo, en ocasiones ofendemos a otras personas sin querer porque no tenemos los mismos principios religiosos, morales o de urbanidad, por ejemplo, cuando mencionamos a Dios, al tratar de sexo o de necesidades fisiológicas. Es decir, ¿qué es normal y neutro para unos y ofensivo para otros?
Cuando se insulta o se maldice existe la intención de ofender, en cambio cuando se recurre a votos o vulgarismos se puede ofender a otros sin querer. Los eufemismos, en cambio, se usan para no herir o molestar a otras personas.
¿De qué depende una ofensa? Es decir, qué elementos convierten a determinadas palabras en ofensas:
- La intención de ofender: a veces, las intenciones suelen ser más claras que las palabras o los hechos.
- La novedad de la ofensa. Por ejemplo, si durante toda la vida alguien ha recibido un calificativo, escucharlo de nuevo puede no resultarle novedoso ni ofensivo.
- La coincidencia. En algunas ocasiones, el comentario de una persona se suma a los comentarios de otras; diversas opiniones coinciden en un punto.
- El derecho a decir ciertas cosas. No es lo mismo el reproche de la propia madre que de alguien menos cercano, por ejemplo un profesor; la primera reprocha el segundo ofende.
- La existencia de base real. Resulta más hiriente un comentario con una base real que otro sin ninguna base.
- No ofende quien quiere sino quien puede. Para ofender a alguien hay que estar por encima del ofendido, por ejemplo, para llamar egoísta a alguien hay que demostrar no serlo.
Existen muchas formas de ofender a alguien:
1 Con un insulto: tonto, eres un cabrón…
2 Con maldiciones y votos: vete a la mierda, que te den…
3 Con algunos gestos.
4 Con términos vulgares: se ha jodido el coche, este chico es cojonudo…
5 Con eufemismos. A veces el eufemismo resulta más ofensivo que el término que se elude.
6 Con un discurso muy elaborado y formal. El mejor ejemplo de ello son las disputas en el Congreso de los Diputados, sobre todo las mantenidas entre el final del XIX y el principio del XX.
7 No teniendo en cuenta la opinión de los demás, no dejándolos hablar…
En este trabajo nos centraremos en los cinco primeros puntos y siempre desde el punto de vista del español peninsular.
Leyenda
Símbolo | Significado |
Insulto de intensidad leve | |
Insulto de intensidad moderada | |
Insulto de intensidad media | |
Insulto de intensidad grave | |
Insulto de intensidad muy grave |
Las letras entre paréntesis con frecuencia no se pronuncian en el registro popular.
Sombreado en gris aparece el tono habitual con el que se usa el término: popular, vulgar, juvenil, etc…