Antiguamente, en la fabricación del vino se usaba la clara de huevo para eliminar impurezas. ¿Qué hacer con las yemas que sobraban? Se regalaban a los conventos y allí las monjas elaboraban dulces como las yemas de Santa Teresa, el tocino de cielo o la leche frita. Hoy día, desgraciadamente, nadie regala nada, pero quedan las recetas. Ahora el problema se plantea al revés; si queremos preparar estos postres sobran muchas claras… siempre pueden prepararse merengues.
Por otra parte, la repostería es una fuente de ingresos para muchos conventos españoles de hoy día. Las monjas modernas necesitan trabajar para sobrevivir, para poder restaurar los edificios centenarios en los que viven y para desarrollar su labor social.