El verbo maldecir suele sonar teatral y artificial si se usa directamente para expresar deseos negativos. Es, por tanto, propio de cuentos, leyendas, fábulas, obras teatrales…
Yo te maldigo a ti y a tus hijos, y tus descendientes nacerán con cola de lagartija. teatral
¡Maldita sea tu estampa! (Es una maldición entre gitanos.)
También es teatral cuando se usa para expresar aversión hacia algo o hacia alguien:
¡Maldigo el día en que te conocí! (Es decir, ese día fue desafortunado porque te conocí y tú has causado dolor, sufrimiento…)
¡Maldito niño!
Con ¡maldita sea!, se expresa contrariedad, también en un tono teatral.
Ya no quedan más galletas de coco, ¡maldita sea!
La teatralidad es un recurso más al servicio de quienes nos comunicamos.