Diversos motivos hacen que una persona sea insignificante a ojos de otra: la falta de posición social o la falta de dinero. En este caso, quien insulta se coloca en una posición de superioridad que hunde al otro. Estos insultos eran más corrientes hace algunas décadas, cuando las clases sociales altas y medias se defendían de los intrusos. Y no solo entre la gente con posición social alta; los pobres que tenían un techo y comían con regularidad se colocaban en un nivel superior que aquellos que no podían. Ahora es más difícil escuchar estos calificativos: la moral dominante dice que todo el mundo merece respeto, sea cual sea su clase social, su situación personal… La vida ahora es muy distinta.
Alguien sin posición social ni dinero es un don nadie popular.
Su marido es un don nadie; la que tiene dinero es ella.
Alguien sin dinero es un pelagatos popular.
Ese es un pelagatos, la ropa que lleva no es ni suya.
Esta insignificancia puede deberse a la falta de medios económicos suficientes para ser considerado una persona influyente, sin caer en la pobreza o la miseria; en definitiva, es un calificativo aplicable a la gran mayoría de las personas. En el registro popular disponemos de estos giros: ser un pobre diablo , ser un (pobre) desgracia(d)o y ser un pringa(d)o popular.
Eres un pobre desgraciado: no tienes dónde caerte muerto.
Además, ser un pobre diablo puede referirse a otro tipo de insignificancia, la pobreza de espíritu y de determinación.
Es un pobre diablo, su mujer le mete cuernos y él lo consiente.
Si en boca de otros estas expresiones son ofensivas, no sucede igual cuando uno mismo los utiliza para calificarse o definirse.
Soy un pobre diablo; Hacienda no va a venir a meterse conmigo.
El adjetivo insignificante suele aplicarse a cosas o situaciones, sin sentido ofensivo. Cuando se aplica a personas suele tener un tono teatral.
Este problema tuyo es insignificante; lo mío sí que es grave.
No hace falta contar con él, es un tipo insignificante en esta empresa. teatral
Para ser un fracasado es necesario haber intentado algo sin éxito o, por lo menos, haber desaprovechado alguna oportunidad.
Todos los negocios que ha abierto se han ido a pique, es un fracasado.
Si no estudias, no conseguirás un buen trabajo y serás un fracasado toda tu vida.
Todavía peor es ser el hazmereír de algún sitio, es decir, ser el motivo de todas las burlas por un comportamiento ridículo.
Eres el hazmereír de la oficina: ¿por qué le limpias el coche al jefe?