Las muletillas son palabras o giros que en otras situaciones tienen significado concreto, pero que cuando se usan como muletillas no significan nada, podrían eliminarse y el discurso seguiría teniendo el mismo significado. Una muletilla es solo eso, una pequeña muleta, un apoyo a la inseguridad de quien habla.
Estas son las principales muletillas que se usan intercaladas en un discurso: hombre, macho, tío, mujer, venga, ¿no?, y tal, ¿sabes?, y todo, y eso, ya, este, esto.
Fui al bar ¿no? y le dije a Paco que quería una caña ¿no? y entonces se me acercó un tío que me pidió 50 euros, tío, así por la cara.
También disponemos de muletillas para empezar el discurso:
- Para introducir una decisión: bueno, ¿bueno qué?, oye mira o así pues.
Bueno, ¿cuándo nos vamos?
- Para introducir una afirmación: a decir verdad, la verdad es que, resulta que o ¿sabes lo que pasa?
La verdad es que no tengo ni idea.
¿Sabes lo que pasa?, que no tengo tiempo.
Resulta que no fue ella, sino su hijo Pepe.
- En interrogaciones, con intención enfática: ¿se puede saber?
¿Se puede saber dónde has estado?
Hasta aquí nada ofensivo ni vulgar. Sin embargo, como muletillas también pueden utilizarse blasfemias o vulgaridades: joder, coño, leche y hostia. Este uso esconde distintas intenciones:
Leche, esta carta no tienes que tirarla; yo no sabía que tú tenías copas, leche, tío, avísame.
El pan que vendían antes sí que era bueno, joder, y no esta porquería.